Desde temprana edad, no sé
si por ser medio gordito o el más alto, fui designado arquero de fútbol.
Bastaban dos ladrillos en medio de la calle para formar un arco y empezar a
recibir los pelotazos que venían de muchas direcciones.
El arquero está inmerso en
una soledad, sus únicos compañeros son tres postes, que son defendidos más que
su vida misma, su alegría es diferente, mientras los de su equipo celebran un
gol, él celebra que no se lo hayan convertido, su felicidad es singular, es
especial.
El arquero es una persona
especial dentro del terreno de juego, tiene que ser audaz en las jugadas
peligrosas, de decisiones rápidas en momentos de peligro, de gran temple para
levantarse luego del error que le costó un gol en contra.
El arquero es intuitivo,
muchas intervenciones suyas son producto de esa intuición desarrollada gracias
a la repetición constante de un mismo entrenamiento que ayudada con la
experiencia te hacen tomar decisiones cada vez más acertadas.
El arquero desarrolla un carácter
fuerte y una personalidad inquebrantable. El estar constantemente al borde del
error, el vivir con la tensión de que una equivocación lleva a derrota a diez
individuos, te hace desarrollar un carácter ganador, una personalidad a prueba
de todo.
El Papa Francisco, nos
brinda una comparación entre un portero de fútbol y la vida, dice lo siguiente:
“En cierto sentido la vida se parece a un portero de fútbol, que atrapa el
balón donde se lo tiran y hay que atrapar la vida por donde viene, si no
aprendemos a atraparla la vida como viene nunca aprenderemos a vivirla. Es una
época diferente que llega por donde no me lo esperaba pero debo atraparla como
viene. Sin miedo”.
El arquero busca atrapara
todos los balones que llegan a su arco, trata de atajar los balones que vienen
despacio pero también se esfuerzo por atrapar los que viene fuerte, los balones
que vienen más difíciles son los que más lo motivan para atajarlos.
Lo mismo sucede con la vida,
tenemos que aprender a atrapar la vida como venga y buscarle el lado positivo
de las cosas. Si te diagnostican una enfermedad, vé y enfréntala, como si
fueras el mejor arquero del mundo e intentas atrapar un balón rematado por Messi. Y cuando lo logres, cuando venzas esa batalla, ese remate, ese partido,
esa enfermedad, esa experiencia será una muestra de superación, una muestra de
que con paciencia, perseverancia y fe, puedes sobrepasar todos los obstáculos
que te trae la vida, Y sobre todo como dice el Papa Francisco, enfrenta los
problemas sin miedo. El arquero de la vida eres tú mismo.