Estimados lectores quiero informarles que en mi país no hay médicos, recuerdo bien cuando los había, cuando empezabas a sentirte mal, cuando el cuerpo te recomendaba hacerte ver, ibas a algún hospital de la zona y un señor de blanco examinaba los síntomas, en algunos casos te pinchaban con agujas para extraerte ese líquido rojo que hay en el interior del cuerpo, que es como un disco duro donde almacena toda la información que hay en el interior y brindaba parámetros para que esos señores de blanco puedan diagnosticarte y sanarte.
Estimados lectores, al no haber médicos no significa que no haya enfermos, lo que ha pasado es que la temperatura corporal de todos nosotros se ha incrementado, ahora todos tenemos fiebre, y muchos se preguntaran que hacemos para no enfermarnos, la respuesta es sencilla, en mi país no existe la enfermedad.
Nosotros nos hemos vuelto extremistas, no tenemos término medio, estamos contentos o estamos tristes, somos felices o infelices, somos ricos o pobres, reímos o lloramos, estamos vivos o muertos. Lo medio, lo tibio, lo indeciso, fue exterminado.
Recuerdo bien como fue la transición de una sociedad, de un país, de un pueblo, que a pesar de todos su problemas sociales que enfrentaban había paz y tranquilidad, había armonía. Pero empezaron los problemas y poco a poco estos señores vestidos todo de blanco se fueron extinguiendo como se extinguieron los dinosaurios, las carreras de medicina empezaron a cerrar por que no habían alumnos que querían cursarla, los pocos que estaban inscritos fueron desapareciendo se decía que un extraterrestre los había eliminado a todos, era como una leyenda urbana, todos tenían miedo de ser el gran Dr. Que antes lo fueron.
En principio todo fue caótico, al sentirte mal recurrías al internet, colocabas en google los síntomas y tenías que elegir una opción del millón de información que salía, algunos tuvieron suerte, a otros el alpiste le produjo irritación intestinal y se acabó todos los rehidratantes del hospital de su zona antes de terminar en una fosa común, otro le vino un infarto por tomar bicarbonato cada hora para solucionar un problema de mala digestión, otro se tuvo que ir al exterior, porque tomaba orina en ayunas y una infección interna lo estaba consumiendo.
Estimados lectores en mi país no hay médicos, la tasa de mortalidad infantil se ha incrementado, el promedio de vida ha descendido, los parques autonómicos se han convertido en cementerios y en nuestra vida no hay término medio, es vida o muerte. Prohibido enfermarse.
Querido lector, este cuento es sobre un pueblo enfermo.
Lic. Fernando Suárez S.
*Cuentista enfermo que no sana de un mal de ojo, se echa limón cada hora y apenas puede ver lo que escribe.