Recientemente
de acuerdo a fuentes fidedignas me llegó una noticia traída por los vientos del
sur, los rumores citaban una fuerte discusión en las más altas esferas del
poder central; la cuestión se centraba
en el nombre de un reciente caballo regalado y su forma de transporte hasta La
Paz.
El
animal de cabello rubio, color canela y patas blancas es un ejemplar de raza peruana
de paso. “Le llamaremos el Dorado”: dijo uno de los más allegados, por su color
y en honor a este mito; otro señor que estaba por ahí recomendó nombrarlo
platón, por el precio del animal; el último dijo: lo llamaremos oloernes que
suena a buen olor en un viernes.
Una
vez bautizado el animal, la discusión se centraba en ¿cómo sería llevado a su
lugar de destino?, tomando en cuenta que en el avión que se transportan no hay
espacio para nadie. Lo llevaremos por flota dijo uno de ellos, una solita para
él, que vaya en el pasillo sin pasajeros; otro recomendó que lo llevara el anterior dueño en un camión alquilado y al
ultimo se le ocurrió que sea transportado por un helicóptero oficial siempre y
cuando tengan cuidado de no estrellarlo con alguna montaña durante su travesía.
La decisión la tomó el gran jefe, oloernes fue enviado a un regimiento de
caballería para que haga crías y puede dejar descendencia que ayuden a cabalgar
en el proceso de cambio.
Oloernes,
costó alrededor de 3.000 dólares, es de raza peruana pero nacionalizado
boliviano, en su pasaporte se registra su ingreso al país por frontera, lo que
no se sabe es cómo llegó hasta el Chaco, ni en cuanto tiempo lo hizo, lo único
que se puede observar es que al caminar lo hace medio bailando, como si
estuviera festejando algún logro reciente.
El
caballo de Melgarejo es muy estudiado en los colegios ya que debido a ese equino
cedimos parte de nuestro territorio al vecino país. Olofernes, es el famoso
caballo que el embajador brasileño le regaló a Mariano Melgarejo y este, en un
profundo agradecimiento puso en el suelo un mapa de Bolivia y colocó a su
corcel para que pisara el mismo, hizo un redondel de la pesuña y donó todo ese
territorio al vecino país lo que significó la pérdida de 300.000 kilómetros de
territorio.
Entre
oloernes y olofernes existen siglos de diferencia, lo único similar es que son
los caballos de los presidentes y han sido preciados obsequios, esperemos que
en este cuento la historia no se repita.