El beso llego cuando menos lo esperaba, estaba sentado
en el banco de la plaza cuando una mujer me pide permiso para ocupar el asiento
del lado, accedí sin ninguna restricción, a los pocos minutos se dio la vuelta
y me preguntó mi nombre, me llamo Luca le dije.
Se dio la vuelta y me dio un beso en la boca, no supe
si levantarme e irme, lo único que hice fue quedarme totalmente quieto como si
nada hubiera pasado.
Abrí los ojos como si esa ráfaga amorosa hubiese
asesinado mi personalidad, ella se había dado la vuelta como si nada hubiera
pasado. Yo la miraba para ver cómo estaba vestida, miraba esos huecos en sus
jeans y esa blusa escotada, la miraba para ver si en algún momento, ella se
volvía nuevamente hacia mí y obviamente, yo esperaba ser más valiente que hace
cinco minutos.
A los minutos se paró y se marchó para siempre, llegue
a mi casa a la misma hora, salude a mis hijos y cuando iba a saludar a mi
esposa ella me espera con la fotos de la señora de la plaza, le había llegado
un montón de todos los ángulos posibles.
Muchas veces había escuchado el cuento del tío, había visto en la televisión de
cómo estafan a mucha gente pero esta
jugada fue diferente, rara, anecdótica.
Ahora diez años después, cuando paso por ese banco de
la plaza y veo parejas besándose miro a los alrededores para verificar si no
hay algún cómplice sacando fotos.
Después de tantas peleas y discusiones, después de
muchas horas sentados en bancos diferentes para poder encontrar a otros siendo
estafados de la misma manera y no obtener resultados, me doy cuenta que en esta
vida lo que vale es una simple foto de whatsaap, lo demás es un cuento como
este.