Llegue a mi casa un viernes, en realidad ese día es
exclusivo para escribir notas como estas, alguno que otro poema que se pierde
en mi blog y algún cuento que ronda en mi cabeza esperando que de un momento a
otro mis dedos empiecen a teclearlo.
Ese viernes llegué cansado producto de la jornada
laboral agotadora e Hipnos y Morfeo hicieron su trabajo. Entre pestañazos escuchaba
como ese tren que era esperado desde hace bastante tiempo traía esas cañerías
que iban a componer la red de agua.
Las calles de tierra, el colocado de la primera
loseta, las velas y lámparas de querosén que alumbraban las casas y hacían posible que la
noche no sea oscura y tenebrosa, en las calles las personas se sentaban a
charlar entre ellas mientras un niño pasaba ofreciendo el pan del día.
No había paso de cebra, ni semáforos, ni bocinas, ni
supermercados, ni farmacias, ni boulevard, ni centro de convenciones, ni
hoteles de cinco estrellas, ni viaductos, ni sushi, ni omelet, ni Shawarma, ni
juegos electrónicos, ni Netflix, ni pulgadas en los televisiones, ni dvd o
portátiles, menos celulares con cámara fotográfica, ni ceros kilómetros,
tarjetas de créditos, cheques, bonos de compra, filtros de agua, máquinas de
hacer café, ni microondas, sólo había personas, sin agua, sin luz, sin teléfonos.
A la una de la mañana me levanté, con la nota rondando
mi cabeza, toda la semana anduve con ella entre mis pensamientos, frases y
palabras merodeaban mi mente, pero no se ordenaban a pesar de haber intentado varias
veces empezar a escribir; el tema es complicado.
Y ese sueño me traslado al pasado, a mi infancia,
cuando dos ladrillos formaban un arco de fútbol, cuando la comunicación
constituía en sentarse en la vereda de su casa con todos los vecinos hablando
de todo un poco, cuando había que comprar tarjetas de teléfono públicos que
estaban instalados en lugares estratégicos para poder hablar con los
familiares, cuando el cuarto anillo era lejísimos, el centro cerca e ir al
norte era como viajar al exterior.
Y ahora somos lo que somos y tenemos lo que tenemos
gracias al esfuerzo de nuestra gente, bajo el lema “El Cooperativismo es la
firme convicción de que si uno llega a la meta, ganamos todos”, se crearon
nuestras Cooperativas, generaron progreso, tuvimos luz eléctrica, teléfonos y
agua potable todo el día y a toda hora.
Nuestras Cooperativas son esencia de los cruceños, las
instituciones permanecen en el tiempo, las personas son pasajeras, a ellas le
debemos gran parte de nuestro desarrollo. Ahora que estoy despierto, los puntos
fueron colocados sobre la íes y las letras rellenaron la hoja en blanco, espero
que las Cooperativas cruceñas sigan generando desarrollo y los responsables de
las cuotingas sean juzgados por sus actos.