viernes, 17 de agosto de 2018

Viernes, un día normal


Esos viernes, que por ser ese día, hay una motivación externa,

Pero un dolor abdominal, o un cólico, o la cabeza o el pecho, o por algún lugar lejano e indescifrable.

Un dolor aparece inesperado causando estragos en su receptor, gritos, sudor, gritos y lamentos desesperan a cualquiera.

Pero es viernes, ese día que todos esperan,

Y el dolor que va y viene como un volantín, sube y baja, como un avión,
sube y baja, como una canción mal grabada.

Y, en esos momentos donde la desesperación se apodera y los nervios que uno los cree controlados empiezan a escaparse por todos lados como una fuga de agua de una cañería vieja.

Pero es viernes, y estos días, todo sale bien, por más que las cosas no vayan de esa manera.

Pero el dolor vuelve, y para los pelos, tiemblan los huesos y los mareos y el trago y la vida por la cabeza y las vueltas y el suelo y el golpe y el dolor nuevamente.

Y uno que dice una cosa y otro que dice lo contrario y nadie sabe nada o nadie quiere saberlo y opiniones de el o ella o todos o ningunos o nadie.

Pero es viernes, y por más que sea viernes, el dolor persigue a ese día y todos los días que vendrán.

Y, es viernes, justo este día vuelve el descanso.

Y, es viernes, un día normal que permanece en el recuerdo y el dolor se va extinguiendo poco a poco.


Correo a Simón Bolívar.


A inicio de la mañana me enteré el escándalo del robo de la medalla y la banda presidencial y en mi afán de periodista informativo utilizando el poder inter espacial del internet, envié un correo a simon.bolivar@hotmail.com informado lo que estaba sucediendo.

El correo decía lo siguiente:

 Excelentísimo señor Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco. Mediante el presente quiero informarle de un hecho fortuito que pasó en el país, le comento que esa medalla que dejó antes de irse, ha sido robada, diga usted que el encargado de trasladarla a Cochabamba en su afán pro creacionista, imitándolo; se fue a uno de esos lugares, no sé cómo explicarle, seguro que en su época eran llamados de otra manera, esos lugares donde el amor y los besos se los consigue con dinero,  ahí perdió no solo esa medalla si no la banda presidencial bordada en oro.

Ni bien el mensaje fue enviado, recibí el correo de respuesta que decía lo siguiente:

Estimado señor periodista:

No entiendo muchas cosas de su mensaje, primero, a mí me dicen Simón a secas. Segundo, lo único que yo he creado han sido hijos, si mi memoria no me falla, son doce los míos al menos los que me han buscado hasta el día de hoy, en cuanto a esa famosa medalla de la que me escribe, me apena mucho su perdida, supongo que era muy valiosa. No sé en qué podría ayudarlo. Espero sus comentarios.

Al instante le respondí:

Señor Simón:

La medalla extraviada es una reliquia, es comparada a una corona de un rey, usted dejó este mensaje antes de entregarla “esa medalla lleva  la figura del Cerro Rico de Potosí, con una escalera formada por cañones, fusiles y banderas, que acompañaron en la lucha por liberar a muchos países, ese objeto es un amuleto de la suerte, será una insignia que acompañará a todos los presidentes de esta hermosa República”. En el país hay un escándalo porque se la han robado, yo sólo quería informarle para que usted esté al tanto de este pequeño impase.

A media tarde los portales informan que los símbolos fueron devueltos, inmediatamente redacto un segundo mensaje que dice lo siguiente:

Señor Simón:

Comentarle que la valiosa medalla ha sido devuelta, la dejaron en el  atrio de una iglesia, ya todo volvió a la normalidad. Esperando nuevamente que el próximo seis de agosto el encargado de llevarla no le venga esa fatiga crónica y se desvié de su camino.

Hasta el día de hoy no he recibido respuesta alguna, supongo que el Libertador debe estar muy enojado por esta incómoda situación o está en camino a la ciudad del Alto.

“En un país de ficción ocurren hechos que parecen reales”, comentó un transeúnte que pasaba por la estatua de Simón Bolívar, ubicada por el primer anillo.

Lic. José Fernando Suárez Sanguino

Comunicador Social

*Coleccionista de historias reales de una sociedad de ficción.