sábado, 1 de agosto de 2020

El valor de valorar


Hace dos semanas soy papá y mamá. Un viernes mi suegro fue llevado a emergencias producto de esta terrible enfermedad que está azotando al mundo entero, desde ese día nos quedamos solos, mis dos hijos, uno de 9 y otro de 7, y yo; obviamente, mi esposa, salió de la casa para ayudar a su papá y a su familia.

En estas dos semanas, he aprendido a cocinar, se hacer lasaña, milanesa, hamburguesa, majadito, locro, pastel de quinua, entre otros. He aprendido a lavar baños, a tender la cama, a lavar los platos, a meter ropa a la lavadora, tenderla, doblarla y acomodarla en su lugar, sé barrer (no a la perfección), trapear, acomodar la basura y dejarla en la acera tres veces a la semana, entre otras cosas.

He revivido, mis años en el colegio, volví a aprender a sumar, restar, multiplicar y dividir; me martiricé una tarde, dibujando cuadrados, rectángulos, redondos todos milimétricamente pintados en un cuaderno de dibujo; recordé donde estaba el sujeto, verbo y predicado; volví a aprender a escribir, con la g de gato, con la m de mamá y con la c de casa; eso mientras les iba explicando a mis hijos como hacer sus tareas.

Hemos cultivado la oración antes de todas las comidas y sobre todo antes de dormir. Ellos, los niños, ya se bañan solos, cada uno tiene una tarea definida, uno levanta los platos y el otro le da comida a Samira, nuestra perrita.

Dentro de todo ese tiempo, tengo que trabajar desde casa, hacer ejercicios, leer la biblia y algunas páginas de un libro diario, lo que se me hacía imposible es sentarme a escribir mis notas de opinión que frecuentan en este diario.

Ahora, un sábado a las cinco de la tarde, después de sentar a mis hijos a tomar la merienda, mientras ellos miran su dibujito preferido, estoy escribiendo esta nota con la única intención de realmente demostrar el valor de las cosas cuando uno las tiene; ahora puedo decir que todas las patas de la mesa son importantes, cuando una de ellas se corta hay un desequilibrio. Hemos sabido sobrellevar esta cuarentena, gracias a Dios, mi suegro se está recuperando favorablemente y pronto, Dios quiera, mi esposa estará de nuevo al lado nuestro, por el momento sólo queda tener fe y ánimos que vendrán tiempos mejores.

Lic. José Fernando Suárez Sanguino
Lic. Relaciones Públicas

Desde Roly hasta Oscar


No recordaba un sentimiento de pesar tan grande y numerosas muestras de cariño, de pesar, de condolencias, desde que falleció Rolando Aguilera Parejas hasta el día que Oscar Urenda nos dejó.
Las redes sociales se inundaron de mensajes, muchas personas expresaron el sentimiento de dolor por el fallecimiento del Dr. Urenda.

Cuando Roly falleció, muchos tahuicheros, jóvenes, niños, futbolistas consagrados, etc., mostraron su agradeciendo por que gracias a él y utilizando el fútbol como un medio canalizador lograron triunfar en la vida. Su mentor, hasta el día de hoy es recordado.

Lo del Dr. Oscar Urenda, es realmente excepcional, su valentía y coraje demostrado, bien podría haber dado un paso al costado, tomando en cuenta su edad, como lo hicieron algunos funcionarios públicos, sin embargo, él le puso el pecho a la bala como se dice. Trabajó, organizó y luchó contra esta enfermedad que ha causado mucho dolor en nuestras familias cruceñas.

Su trabajo fue fundamental en nuestra ciudad, al punto que la Presidenta lo envió al Beni a tratar de organizar el sistema sanitario y buscar la forma de contener la enfermedad que se había ensañado con ese departamento.

Nuestro paso por este mundo es fugaz, desde que nacemos, nuestro objetivo es transcender, dejar un legado que sea recordado en nuestras futuras generaciones, muchos trascienden formando un hogar basado en Dios, formando hijos con valores morales perennes, y otros pocos trascienden como lo ha hecho el Dr. Urenda, demostrando ser un luchador, mostrando su temple, su lucha y su amor por esta tierra, que lo vio nacer, sin duda el Doctor será recordado, nuestros hijos hablarán de él y nuestros nietos leerán en los libros de historia que un valeroso Doctor murió por sus ideales como lo han hechos grandes líderes en el mundo.

Este virus, nos ha debilitado, nos ha atacado y nos ha robado seres queridos, pero algo nunca nos va a quitar:  la fe; esa que mostraba Urenda todas la noches mientras daba su reporte de contagios, esa que lo llevó al Beni, batallando contra el Covid, esa que todas las noches nos hace arrodillarnos y rezar porque esto acabe. Se fue un luchador, pero su paso por este mundo nos ha dejado enseñanzas.  Dr. Oscar Urenda un cruceño de Oro.

El día de hoy, cuando un niño empieza se inscribe en la Academia Tahuichi, el cielo se ilusiona con ver en el futuro, un goleador, que alegre a los hinchas de su equipo; ahora cuando un paciente sea dado de alta, el Dr. Oscar Urenda le hará un guiño desde el cielo.

Lic. José Fernando Suárez Sanguino
Lic. Relaciones Públicas

No estas


Te miro por la ventana…

El cielo… estrellas que van y vienen como si estuvieran presentes.

La luz que penetra por la mañana y la alumbra, aclara, alivia.

Te miro por la venta…

Mientras la lagrimas se fugan al espacio exterior, se evaporan, se condensan y aparecen como luciérnagas incrustadas en el corazón.

Te miro por la ventana….

Agacho, la cabeza,

No estas….

Yo te extraño.